sábado, 13 de octubre de 2007

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José María Calvo de las Fuentes.

Nacido en Villasarracino (Palencia), el 10 de mayo de 1938. Ordenado sacerdote en 1963, inició el ejercicio de su ministerio sacerdotal en Barruelo de Santullán, Cillamayor y Matabuena (Palencia). En 1967 comenzó los estudios de Licenciatura en la Facultad de Teología de la Universidad de Navarra. Obtuvo el grado de Doctor.
Más tarde realizó los estudios de Licenciatura en la sección de Periodismo ( Universidad de Navarra). Durante algunos años fue profesor de Religión y ejerció su labor pastoral en las Parroquias de San José y Santa Teresa de Jesús (Pamplona). Colaboró en la SER y en la COPE. Actualmente trabaja en la Oficina de Información de las Facultades de Estudios Eclesiásticos de la Universidad de Navarra.

YRecuerdos del Campo Y
"Recuerdos del Campo", donde realiza una descripción minuciosa de las faenas agrícolas. Compuesto por quince romances, basados en las vivencias obtenidas a lo largo de las distintas etapas de su vida, en los campos de nuestra querida tierra.
UVillasarracino, distante de río caudaloso, o célebre monte U
JOSÉ MARÍA CALVO DE LAS fUENTES, sacerdote y periodista. Una de las personas más interesadas y estudiosas de la reciente historia de nuestro querido pueblo, entre sus numerosos libros se encuentra uno dedicado a Villasarracino, "Villasarracino, distante de río caudaloso, o célebre monte." donde hace un recorrido por la historia, usos, costumbres, experiencias, vivencias, recuerdos y tradiciones populares de este singular pueblo castellano. Quiero agradecer su colaboración y aportación a la mejora de esta sencilla página y poder dar una mayor información a todos los interesados. A continuación adjunto unos artículos del libro citado anteriormente, que iré cambiando en el transcurrir del tiempo.


RECORDANDO “A LOS BRÍGIDOS”
C
uentan los mayores del pueblo que hace más de medio siglo, se refería en Villasarracino el siguiente dicho: “Brígida, María y Blás, los tres días guardarás”. Más tarde, por distintas razones –dicen–, se cambió en este otro: “Brígida, Blas y María, no guardarás más que un día”. No es mi intención descubrir el posible origen de estos dichos y mucho menos analizar las razones del cambio. Si los he citado, ha sido, simplemente, para recordar aunque sea brevemente, las fiestas que el día de Santa Brígida celebraban los mozos del pueblo –se les conocía como “los Brígidos”– que dos años mas tarde servirían a la Patria. Pasadas las fiestas navideñas, el que haría de “Chivín” –en otros lugares de la provincia palentina se le dice “chivorra”– sacaba del baúl la vieja “birria” heredada de los mozos del año anterior. Los pequeños o grandes rotos que siempre existían, se remendaban con trapos de los más pintorescos colores, cuanto más chillones y llamativos mejor. El día 31 de enero comenzaban a celebrar la fiesta. Recorrían las calles del pueblo, portando algunos de ellos cestas en sus manos: una pequeña y otra más grande. Todos vestían trajes ordinarios, sólo el “Chivín” llevaba una túnica de colores conocida con el nombre de “birria”. En otros pueblos de Palencia, se entiende por “birria” según dice F. Roberto Gordaliza en su “Vocabulario Palentino” al “personaje que baila delante de los danzantes”. Mientras los componentes del grupo llamaban a las puertas de las casas para pedir la colación: aguinaldo de huevos, patatas, longaniza, etc. y también dinero, el “Chivín” perseguía a los chiguitos que le tiraban bolas de barro o de nieve; éste si llegaba a alcanzar a alguno le golpeaba con la estoca, “palo con unos trapos que valía –según apunta Gordaliza en la obra citada–, para perseguir a los chicos el día de los quintos y salpicarlos, mojándolo previamente en un charco. (Villasarracino)”. Con los alimentos y dinero recogidos se organizaban tantas meriendas como fuera posible hasta terminar las provisiones. Allí, en la casa de uno de los mozos, no faltaba ni el vino, ni la canción, ni el jolgorio, ni la “bullanga”. Luego se daba una vuelta por el pueblo al son del tamboril, del acordeón y las guitarras, para finalizar, otra vez en casa, con una entretenida partida de cartas a la que podían asistir también los mozos veteranos. Luego, cuando llegasen los días malos de la monótona instrucción, de las guardias de las frías noches o el zafarrancho del cuartel, tal vez “los Brígidos” recordarían aquellas horas vividas en el pueblo y dirían socarronamente con el viejo refrán “y ahora que nos quiten los bailado”. Esta vieja fiesta, no sé por qué razones, se ha ido perdiendo. Ahora no existe. Tal vez la emigración de muchas familias a la ciudad, la disminución de jóvenes en el pueblo, hizo poco menos que imposible organizar el jolgorio y el ambiente que esta fiesta entrañaba. Quede constancia para la posterirdad, en este breve escrito, de la celebración de la fiesta que “los Brígidos” realizaban en Villasarracino el 1 de febrero, día de Santa Brígida, aquella fundadora de cierta orden religiosa, patrona de Irlanda y que muriera, en el año 525, con la alegría de los santos. ///... El Diario Palentino, 16 de enero de 1991